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24 de febrero de 2017

Historia  PC 

El PC y la dictadura

El secretario del Partido Comunista insiste en ocultar las reales posiciones de su partido frente al golpe de 1976 y la dictadura. El secretario general del Partido Comunista, Patricio Echegaray, firma una nota en la página web de su partido titulada “El Partido Comunista y la verdad histórica”, sobre el rol del PC frente a […]

El secretario del Partido Comunista insiste en ocultar las reales posiciones de su partido frente al golpe de 1976 y la dictadura.

El secretario general del Partido Comunista, Patricio Echegaray, firma una nota en la página web de su partido titulada “El Partido Comunista y la verdad histórica”, sobre el rol del PC frente a la dictadura videlista, “Refutando injurias (del reportaje de La Nación online, 13/2)”.
Una primera aclaración. Echegaray pretende polemizar con el secretario general del PCR, el camarada Otto Vargas, entrevistado por La Nación TV en esa fecha. Como hace casi 50 años (desde que el PCR surgiera rompiendo con la dirección traidora y revisionista del PC, en 1967) la dirección del PC no nombra a Vargas, ni a su Partido, siguiendo con el método de ningunear la ruptura más importante que sufrió el PC en su historia.

Echegaray plantea que “distintos sectores de derecha, apoyados en los medios de comunicación masivos del sistema, atacan a nuestro Partido con la infame mentira del supuesto apoyo a la Dictadura, tal como se volcó en un reciente reportaje de La Nación online”.
Vargas, en el citado reportaje, no hace más que repetir lo que el PCR ha denunciado públicamente todos estos años, en los que demostró que la dirección del PC colaboró, con el golpe de Estado de 1976 primero, y con la dictadura después.
Echegaray afirma que el PC y la FJC “al igual que muchos otros sectores del campo popular, fueron duramente atacados por la represión”. Esto es cierto parcialmente. Es verdad que decenas de militantes de este partido forman parte de la larga lista de desaparecidos, torturados, presos, exiliados, etc., que sufrió nuestro pueblo. Pero esto sólo hace más doloroso explicar la “verdad histórica”: la dirección del PC apoyó abiertamente a la dictadura más asesina y sangrienta de la historia argentina. La pregunta es ¿por qué?
El tema de fondo
Para contestar esto tenemos que ir a cómo era la Argentina y el mundo en esos años. Desde la muerte del general Perón el 1 de julio de 1974, los sectores golpistas de las clases dominantes aceleraron sus planes. Nuestro Partido en noviembre de ese mismo año tomó posición pública “contra todo golpe de Estado”. Así lo planteó admirablemente nuestro camarada y secretario general del Smata Córdoba René Salamanca, en una “carta abierta a los compañeros trabajadores” el 24 de diciembre de 1974. Allí Salamanca, secuestrado por la dictadura en la misma madrugada del 24 de marzo de 1976, planteó con claridad: “Yo ya estoy definido; yo estoy contra todo golpe de estado, venga de donde venga”. El mismo Salamanca explicaba, en esa y posteriores posiciones públicas, que había dos sectores imperialistas que empujaban el golpe: los yanquis, y “los sectores prorrusos, los principales conspiradores, quienes desarrollan el plan golpista que está en curso (…) conspiración que trata de reemplazar el amo yanqui por la URSS, donde desde 1956 han enterrado las banderas de Lenin y el proletariado para restaurar el capitalismo” (Carta a los compañeros, agosto de 1975).
Esta es la verdad histórica que la dirección del PC jamás se atrevió siquiera a esbozar un argumento en contra. Simplemente la ignoró tapando sus ojos frente a la realidad. Esta es la cuestión principal que explica las posturas de la dirección del PC en aquellos años: la URSS había dejado de ser socialista y se había transformado en socialimperialista. Y en esos años disputaba, como todo imperialismo, por clavar sus garras en la Argentina y todos los países dependientes. La dirección del PC, como ha planteado reiteradas veces nuestro PCR, degeneró por razones que hacen a no defender la necesidad de un camino revolucionario para la Argentina, y se transformó en seguidista de la dirección del PC de la URSS y del Estado soviético. Cuando éstos cambiaron de carácter, la dirección del PC argentino pasó a defender las posturas de un imperialismo. Un imperialismo que se transformó en el principal comprador de los productos agrarios de la Argentina entre el 76 y el 83. Un imperialismo que bloqueó no una, sino dos veces, un intento de condena a las violaciones a los derechos humanos por parte de la dictadura en las Naciones Unidas.
Múltiples ejemplos de colaboracionismo
Dice Echegaray que “El Partido Comunista no tuvo un solo gesto de cooperación y mucho menos de participación en los cargos políticos que los militares abrieron ‘generosamente’ a la colaboración de ciertos partidos políticos”. Esto es falso de toda falsedad, y hay decenas de documentos que lo prueban. No sólo fue colaboracionista sino que impulsó “un programa de gobierno de unión nacional, concertado entre civiles y militares”, como escribió el que era en esos años secretario general del PC, Arnedo Álvarez (Ganar una paz democrática y desplegar el diálogo amplio y fecundo, 22/10/77).
No mencionaremos aquí la gran cantidad de publicaciones de diarios y personajes que, influenciados o con vinculaciones no esclarecidas con el PC y la URSS hicieron apoyando a la dictadura. La más conocida es el diario dirigido por el ex canciller kirchnerista Héctor Timerman, La Tarde.
Las publicaciones oficiales del PC, la FJC, y sus máximos dirigentes, incluido Echegaray que en esos años era secretario de la Federación Juvenil Comunista, dan sobradas pruebas de colaboracionismo.
Para no aburrir al lector, mencionemos por ejemplo una declaración del Movimiento de Orientación Reformista (MOR), la agrupación universitaria de la FJC, de días antes del golpe, que envió a Videla una carta pública repudiando un atentado contra el Edificio Libertador en la que pedía al Ejército “un programa de emergencia para la universidad”, que debería integrar otro de carácter nacional, con la participación de “todos los sectores políticos, gremiales, sociales, civiles y militares en forma unida y previa discusión democrática” (La Opinión, 23 de marzo de 1976).
Al día siguiente del golpe, el Partido Comunista Argentino daba a conocer un comunicado, en el que decía, entre otras cosas: “El PC, aunque no comparte todos los puntos de vista expresados en los documentos oficiales [de la dictadura], no podría estar en desacuerdo con tales enunciados, pues coinciden con puntos de su programa”… “El PC considera auspicioso que la Junta Militar haya desechado una solución ‘Pinochetista’. Sin embargo, nadie tiene derecho a desarmarse. En el seno de las FF.AA. y fuera de ellas se esconden también pinochetistas. El enemigo interno y externo está en acecho. Los imperialistas y fascistas sueñan con el pinochetazo, con un baño de sangre” (Los comunistas y la nueva situación Argentina, declaración del PC”, 25/03/1976). Leer esto, cuarenta años y 30 mil secuestrados y desaparecidos después, nos exime de comentarios.
El colaboracionismo del PC de la Argentina no terminó ahí, ni mucho menos. Se prolongó durante toda la dictadura, tratando de “diferenciar” a los sectores vinculados o apoyados por el socialimperialismo, como Videla y Viola, de los “pinochetistas”.
Echegaray trata de “explicar” esta división entre “pinochetistas” y “antipinochetistas” en una “poderosa acción de inteligencia” de la dictadura. Lo que no dice es que los principales dirigentes del PC, él incluido, fueron los mayores voceros, acá y en todo el mundo, de estas “contradicciones entre ‘pinochetistas’ y ‘no-pinochetistas’”.
Se pueden ver al respecto el periódico Tribuna Popular, diario oficioso del PC que tituló: “Nuevo momento” el 8 de abril de 1976 elogiando el discurso de Videla. El informe del Comité Central del PC de mayo de 1976 que se tituló: “Democracia renovada o pinochetismo”. Las declaraciones de Orestes Ghioldi el 05/02/1978: “La postulación de Viola para la Presidencia en la 2da. etapa del Proceso de Reorganización Nacional… es una buena noticia para todos los argentinos”.
En 1978, apenas días después de terminado el Mundial de Fútbol y en plena campaña guerrerista contra Chile, dos dirigentes del PC, Athos Fava y Fernando Nadra, viajaron a Estados Unidos donde presentaron su libro: EEUU, Grandezas y Miserias. Así resumieron el objetivo del viaje: “La campaña de (James) Carter está dirigida a apoyar a los grupos antividelistas con el pretexto de los DDHH” (La Nación, 11/7/78). A fines de ese mismo año, otros dirigentes del PC, Jesús Mira y Juan Carlos Cominguez, participaron de una reunión con Videla en la confitería “El Molino”. Cominguez, como refleja la revista Gente (07/12/1978), agradeció al dictador “permitirnos estar aquí”. Claro, el PC no estaba entre los partidos declarados “ilegales” por la dictadura.
Dejamos para el final de esta breve reseña, la conferencia dada por Patricio Echegaray en abril de 1981, en ocasión del 60 aniversario de la FJC, de la que era su secretario general. El sugestivo título es: El aporte juvenil al Convenio Nacional Democrático. Allí dice Echegaray: “A los comunistas nos corresponde ayudar a esclarecer el camino de la verdadera solución a la crisis argentina actual, como también hacer conocer a las masas nuestro programa de la revolución democrática, agraria y antiimperialista, en la perspectiva del socialismo. Hoy ese camino pasa por asegurar un período de transición cívico-militar, en base a un Convenio Nacional Democrático, acordado entre el conjunto de las fuerzas políticas y civiles y los sectores patrióticos y progresistas de las FFAA”. Si esto no es colaboracionismo, ¿qué es?

Escribe Germán Vidal

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