Escribe Eduardo Bagnasco.
“Además de las cuestiones prácticas de la vivienda el propio acto de habitar, organiza imperceptiblemente todo ‘el mundo para el habitante’. Además de nuestras necesidades físicas y corporales, también deben organizarse y habitarse nuestras mentes, recuerdos, sueños y deseos. Habitar forma parte de la propia esencia de nuestro ser y de nuestra identidad”.
Juhani Pallasmaa, Habitar, 2016 (1)
El suelo urbano tiene una singularidad ya que es la única mercancía que no se valoriza por la cantidad de trabajo social que se requiere para producirla, ya que nadie la produjo, pues existe antes que la humanidad, y tampoco se valoriza por sus atributos internos (materia prima, diseño, tecnología incorporada). Como sí lo hacen todos los productos o mercancías, en nuestro caso el “valor del suelo urbano”, o mejor dicho su precio está dado por su localización, por los atributos externos al lote, por ejemplo: pavimento, luz, cloacas… He aquí la paradoja o “falsa conciencia”: el comprador paga atributos que el lote no posee internamente, no son del dueño ya que están afuera de su lote, y la otra singularidad es que en sus orígenes la tierra urbana o rural , no tenía dueño. Son interesantes estos conceptos para pensar sobre el rol social del suelo urbano, su condición relativa y su legitimidad como bien social.
Un debate profundo sobre el “derecho al suelo” recorre la Argentina desde hace muchísimo tiempo pero ahora se pone a foco y visibiliza, con las tomas de tierras en provincia de Buenos Aires . Finalmente, el tema no está resuelto y miles de familias padecen esta otra pandemia que tiene años y años de duración. La agenda pública debe con urgencia dar cuenta de esta deuda social.
Convendría preceder estos debates desde un contexto que lo organice y ordene jerárquicamente para poder resolver este debate y no caer en cuestiones que desvíen o distraigan con análisis superfluos o interesados, sobre un tema cuya complejidad nos lleva inevitablemente a un problema “estructural” que involucra a hoy a miles de compatriotas, algunos en situaciones realmente desesperantes.
En ese orden jerárquico, lo primero es que la agenda pública debe con urgencia dar cuenta de este acuciante problema, y nosotros trabajaremos en ese sentido.
La vivienda es un derecho humano universal pero además en nuestro país es un derecho constitucional. El artículo 14 bis de la Constitución nacional legitima el derecho a la vivienda para todos los ciudadanos, lo cual establece, como decíamos al principio, un abordaje de prioridades y responsabilidades que preceda la discusión. La inacción estatal para con ese derecho constitucional empuja a una parte de la población en su desesperación a ocupar un terreno, luego opiniones sesgadas e interesadas van tiñendo esta práctica como “ilegal“. En síntesis, los más débiles, los más vulnerables, son puestos en el banquillo de los acusados y el “estado ausente” no sabe no contesta, está invisibilizado. Convendría para este debate incorporar una categoría ética y luego sí poner a foco la discusión:las tomas están llenas de legitimidad.
“Donde hay una necesidad nace un derecho” pareciera ser la consigna tras la cual podríamos encolumnarnos como sociedad, con una mirada humanista, ética y moral. Tierra y vivienda para todos los que la necesitan, a cada uno según sus necesidades y posibilidades. Esto incluye a amplios sectores de jóvenes de las capas medias, excluidas también, de estos derechos. Trabajo, tierra y vivienda son los programas necesarios para terminar con estas otras pandemia que el neoliberalismo nos dejó entre otros males. La tierra no es un recurso escaso en la Argentina, escasas han sido las políticas para resolver el déficit. En este sentido, aspiramos poder trabajar en este gobierno.
En este marco, toda la sociedad independiente de su condición social y política debe alinearse tras este objetivo, en busca de una solución integral, sin grietas ni fisuras, es un tema de integración nacional, seguramente los militantes del odio y la especulación se opondrán pero serán las élites de siempre, ignorantes funcionales.
No hay país ni sistema político que no aspire a resolver este tema. El Estado debe aprovechar todas las herramientas necesarias para producir sueloy alejar este bien tan preciado y necesario del mercado especulativo. El acceso al mismo pondrá la economía de pie vertiginosamente.. Todos los actores productivos vinculados a la construcción pueden dar fe de ello, el asociativismo, las cooperativas, mutuales, las pymes, los comercios del sector y toda la economía circundante directa e indirectamente espera y acompaña esta reactivación. Manos a la obra.
* Arquitecto. Profesor titular Proyecto arquitectónico Fapyd UNR. Expresidente del Colegio de Arquitectos de Rosario y de la provincia de Santa Fe. Curador internacional de la IX Biau (Bienal internacional de arquitectura y urbanismo). Asesor técnico y profesional de organizaciones sociales, CCC, Pueblos originarios en lucha, entre otros.